· Una frase que escuché hace tiempo y se me quedo grabada: “no tenemos cuerpo, somos cuerpo”. Desde entonces, muchas lecturas y encuentros me reafirmaron esa falsa escisión entre cuerpo y mente, cuerpo o conciencia. Sin embargo, lo aprendido pesa y solo cuando la enfermedad me visitó durante una larga temporada, lo entendí; o mejor dicho, lo viví. Soy cuerpo…
· Una clave, tal vez: renunciar a querer entenderlo todo, dejar de racionalizar tanto para (re)aprender a escuchar al cuerpo. Porque el cuerpo sí sabe -lo que nos hace daño, lo que nos sienta bien- y nos envía múltiples señales cuando algo no va bien: dolores, cansancio, altibajos, nervios…
· Un placer: disfrutar de nuestro cuerpo. Reconocerlo, respetarlo y quererlo tal y como va siendo, prestarle atención y mimarlo con esos pequeños gestos cotidianos que se convierten en un tiempo y una energía que nos sana; re-descubrir su movimiento, lo que somos capaces de hacer y expresar, y volver a jugar...
· Un problema: no solemos pararnos a escuchar que nos esta diciendo el cuerpo. Como planteaba una anuncio “¿para que parar si puedo tomarme una pastilla que me permita seguir con mi vida?” ¿será que a veces tememos precisamente parar y observar cómo es nuestra vida?; ¿o será que siempre hay cosas mas importantes que cuidarnos a nosotras mismas?, ¿seguro?
· Una advertencia: los autocuidados que dejamos para otro día –que suele retrasarse, por cierto- no se recuperan; pero si van dejando un poso en nuestro cuerpo –que tiene mas memoria de lo que creemos- aquellas palabras que no dijimos y nos quemaban por dentro, aquellas caricias que no dimos y murieron en nuestros dedos, aquellos deseos que no seguimos y habitan en nuestros sueños…
· Un aprendizaje: el dolor duele menos cuando lo compartimos, cuando poco a poco lo convertimos en palabras, cuando dejamos de tener miedo a mostrar nuestra “debilidad”, cuando somos capaces de pedir ayuda, cuando dejamos que nos cuiden…
Ese amor, el del cuidado mutuo, ese amor…
· Una pista: recuperar la autoridad sobre nuestra propia salud (dejada desde hace un par de siglos cada vez mas en manos de los expertos y la ciencia);¿Quién mejor que una misma o uno mismo para saber lo que no s pasa? No se trata de obviar la medicina, pero si de relacionarnos con ella de otra manera: hacernos escuchar, sin miedo; aprender a tratar pequeñas dolencias a través de la alimentación y otros recursos naturales y sencillos; no tener siempre prisa por curarnos –a veces lo que necesitamos es precisamente tiempo para descansar- compartir conocimientos y cuidados en nuestras redes informales…
· Una actitud distinta, porque recuperar la autoridad significa tener también mas responsabilidad: preocuparnos por lo que comemos, por nuestros ritmos y tiempos, por el espacio que damos a lo afectivo, por tener relaciones y actividades que nos llenen; pero también por las consecuencias de nuestro consumo, por la interiorización de los roles de género que nos hacen daño, por las condiciones laborales que aceptamos, por los espacios que habitamos…Porque no podemos olvidar que la salud tiene mucho que ver con factores ambientales, culturales, sociales, económicos, y políticos, pero también que individual y colectivamente tenemos capacidad para cambiar(nos).
Irene S. Choya.
Nº 2 de la revista feminista "la madeja".Monográfico al cuerpo. Imprescindible.