Quiero ser una !kung san (III).-
Su organización económica está basada en intercambios según el principio de reciprocidad: Toman según su necesidad y dan sin ninguna regla establecida de tiempo o cantidad.
Por la mañana entre 1 y 16 de los 20 adultos de la banda ¡kung San abandona el campamento para pasar el día cazando o recolectando. Vuelven al atardecer con el alimento que han encontrado.
Todo lo que se trae al campamento es compartido por igual, prescindiendo del hecho de que los receptores hayan pasado el día durmiendo o cazando.
A la mañana siguiente un grupo distinto ( o no) de recolectores sale del campamento y cuando regresa al atardecer, se repite la distribución de alimentos. A la postres, todos los adultos habrán participado en la recolección o caza, y habrán dado y recibido alimentos. Durante largos periodos de tiempo pueden existir considerables desigualdades en la balanza de dar y recibir, pero ello no da lugar a habladurías o acciones especiales.
En este contexto de reciprocidad expresar gratitud por la parte recibida indica que se es un tipo de persona que calcula cuanto da y cuanto recibe.
Richard Lee, autor de The !Kung San: Men, Women, and Work in a Foraging Society y que convivió con ellos y ellas, cuenta como aprendió este aspecto de la reciprocidad gracias a un revelador incidente. Para complacer a los ¡kung con los que vivía, decidió comprar un gran buey y sacrificarlo como regalo de navidad.
Pasó días buscando en las vecinas aldeas bantúes el buey más grande y cebado de toda la región. Finalmente, compró lo que parecía ser un espécimen perfecto. Pero no hubo un solo ¡kung que no le asegurase, reservadamente, que había sido timado al comprar un animal de tan escaso valor. “Naturalmente, nos lo comeremos”, decían, “pero no nos saciará; nos lo comeremos y nos iremos a dormir a casa con las tripas rugiendo”.
Sin embargo, cuando se sacrificó el buey de Lee, resulto estar cubierta de una gruesa capa de grasa. Al cabo del tiempo, Lee consiguió que sus informantes le explicaran el por que le habían dicho que su regalo no tenía valor, aun cuando ciertamente sabían mejor que él lo que había bajo la piel del animal.“Cuando un joven trae tanta carne, llega a creerse un jefe o un gran hombre y piensa que los demás son sus servidores o inferiores. No podemos aceptar eso, rechazamos a quien se jacta, porque, algún día, su orgullo le llevará a matar a alguien. Así, siempre hablamos de su carne como si no tuviera valor. De esta manera ablandamos su corazón y le hacemos generoso".
Antropología Cultural. Marvin Harris
Su organización económica está basada en intercambios según el principio de reciprocidad: Toman según su necesidad y dan sin ninguna regla establecida de tiempo o cantidad.
Por la mañana entre 1 y 16 de los 20 adultos de la banda ¡kung San abandona el campamento para pasar el día cazando o recolectando. Vuelven al atardecer con el alimento que han encontrado.
Todo lo que se trae al campamento es compartido por igual, prescindiendo del hecho de que los receptores hayan pasado el día durmiendo o cazando.
A la mañana siguiente un grupo distinto ( o no) de recolectores sale del campamento y cuando regresa al atardecer, se repite la distribución de alimentos. A la postres, todos los adultos habrán participado en la recolección o caza, y habrán dado y recibido alimentos. Durante largos periodos de tiempo pueden existir considerables desigualdades en la balanza de dar y recibir, pero ello no da lugar a habladurías o acciones especiales.
En este contexto de reciprocidad expresar gratitud por la parte recibida indica que se es un tipo de persona que calcula cuanto da y cuanto recibe.
Richard Lee, autor de The !Kung San: Men, Women, and Work in a Foraging Society y que convivió con ellos y ellas, cuenta como aprendió este aspecto de la reciprocidad gracias a un revelador incidente. Para complacer a los ¡kung con los que vivía, decidió comprar un gran buey y sacrificarlo como regalo de navidad.
Pasó días buscando en las vecinas aldeas bantúes el buey más grande y cebado de toda la región. Finalmente, compró lo que parecía ser un espécimen perfecto. Pero no hubo un solo ¡kung que no le asegurase, reservadamente, que había sido timado al comprar un animal de tan escaso valor. “Naturalmente, nos lo comeremos”, decían, “pero no nos saciará; nos lo comeremos y nos iremos a dormir a casa con las tripas rugiendo”.
Sin embargo, cuando se sacrificó el buey de Lee, resulto estar cubierta de una gruesa capa de grasa. Al cabo del tiempo, Lee consiguió que sus informantes le explicaran el por que le habían dicho que su regalo no tenía valor, aun cuando ciertamente sabían mejor que él lo que había bajo la piel del animal.“Cuando un joven trae tanta carne, llega a creerse un jefe o un gran hombre y piensa que los demás son sus servidores o inferiores. No podemos aceptar eso, rechazamos a quien se jacta, porque, algún día, su orgullo le llevará a matar a alguien. Así, siempre hablamos de su carne como si no tuviera valor. De esta manera ablandamos su corazón y le hacemos generoso".
Antropología Cultural. Marvin Harris